miércoles, 7 de diciembre de 2011

Un problema mal resuelto, a la larga causa un perjuicio peor

Recorriendo el "arcón de mis escritos" encontré un artículo que fue publicado por Roberto Seifert en la sección "Campo" del diario "La Nación" en el cual reproduce una entrevista que me realizara.  

El mismo hace referencia directa a una problemática surgida dentro del manejo de empresas agropecuarias, aunque lo tratado puede traspolarse a cualquier tipo de organización.

Espero les sea de utilidad

Hasta la próxima!

Prof. Lic. Fernando Julio Silva, MSc.
Diciembre 2011

Artículo:

Los conflictos personales dentro de la empresa: la relación entre los empleados y la conducta individual
El rostro preocupado de un operario es el primer indicio de que una crisis se avecina
Es fundamental detener la marcha al primer indicio de preocupación y plantear qué es lo que realmente sucede.
Muchas veces la pérdida de rendimiento de un operario rural habrá que encontrarla en el interior de su persona, al margen de su nivel de capacitación.
"¡Cuántas veces un conflicto menor mal resuelto ocasiona un mal más que importante a una empresa! "¡Cuántas veces vemos la cara de preocupación que se refleja en un empleado y esto hace que éste pierda parte de su eficiencia habitual!
"Ahora bien, ¿cuántas veces, como empresarios, también envueltos en nuestros propios conflictos laborales y personales, nos detenemos a preguntarle a esa persona qué le sucede?" Así es como el consultor de empresas para el agro Fernando Julio Silva planteó el traslado de los conflictos personales en el ámbito laboral y todos los trastornos que ello implica, incluso los económicos. Dice el especialista que "generalmente nos daremos cuenta una vez que el daño está hecho, o sea, cuando los números se vean afectados. Allí sí esa persona recibirá toda la atención que se merece, debiendo explicar el porqué de lo sucedido".
Según el licenciado Silva, si se hubiera detenido la marcha ante el primer indicio, es probable que ese conflicto en potencia se hubiese solucionado "con un costo ínfimo para todos los involucrados".

Destaca este asesor el hecho de que las empresas que prestan particular atención a sus empleados sufren menos conflictos y "tienen gente más satisfecha de trabajar en ese lugar".
Roces e internas

Para graficar sus dichos, Silva recordó un ejemplo que, según él mismo, lamentablemente se da con una frecuencia mayor que la deseada.
Se trata de un caso ocurrido hace diez años que planteó la problemática que aquejaba a una empresa productora de frutas de la zona de Cuyo.

La explotación, debido al crecimiento que experimentaba, decidió instalar sus oficinas comerciales en la ciudad de Buenos Aires, para lo cual uno de los dueños se trasladó hacia ésta, mientras que en el lugar de origen quedó la planta productora (las chacras) y el sector de empaque.
Cuenta Silva que todo se desarrollaba de manera normal, siguiendo con la curva de crecimiento esperada, hasta que, de manera repentina, comenzaron a caer los ingresos.
"Ante esta situación -apuntó el especialista- se decidió encarar un estudio de gestión, comenzando por evaluar al sector más nuevo de la empresa, la oficina en Buenos Aires, pero allí no se encontró nada anormal.
"En una segunda etapa -agregó- se trasladó el estudio al resto de la empresa, donde no se logró hallar ninguna causa aparente para esta merma."
La punta del ovillo
"Se prosigue con el estudio -continuó- hasta que, de manera bastante casual, al estar conversando con gente de una de las chacras surgió la punta del ovillo: uno de los trabajadores señaló un problema de carácter personal entre el ingeniero a cargo de las chacras y el gerente de empaque en la planta."
Según Silva, el problema -no laboral- había trascendido su ámbito natural y ahora se hallaba inserto en la empresa, y la forma en la cual se manifestaba era mediante un boicot que realizaba el ingeniero enviando poca o demasiada fruta a la planta, lo que producía los imaginables problemas.
"A este punto había que sumarle el apoyo incondicional que cada uno de los empleados brindaba a su respectivo jefe", continuó el asesor.
La solución adoptada no fue muy difícil, según el especialista. "Se convocó a ambos involucrados a una reunión a puertas cerradas en la cual pudieron zanjar sus diferencias. A partir de este encuentro se normalizó la situación en toda la empresa", concluyó Silva. .
Por Roberto Seifert
De la Redacción de LA NACION
Sábado 21 de julio de 2001

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