martes, 25 de julio de 2017

La comunicación errónea en el lugar incorrecto

Hace una semana entré a comprar vasos térmicos descartables a un negocio de la zona de Belgrano en la ciudad de Buenos Aires.

Me encontraba allí eligiendo los que necesitaba cuando de manera imprevista comenzó un intercambio de palabras entre dos empleadas de la tienda. Una le dijo a la otra que deseaba hablar con ella y paso seguido se dirigieron al fondo del negocio.

Comenzaron a discutir de manera acalorada y con la puerta abierta, a medida que la conversación subía de tono se trasladaron hacia el lugar de atención al público donde distanciándose siguieron con su intercambio dialéctico sin considerar a los clientes que nos encontrábamos allí presentes.

Se dijeron una buena serie de adjetivos calificativos hasta que una de ellas comenzó a llorar y se retiró nuevamente hacia el fondo mientras que la otra seguía mascullando.

Trató de intervenir uno de los encargados pero no logró que bajase la intensidad de la situación. Luego se acercó la dueña con resultado similar

Al acercarme a la caja para abonar la compra, les comenté lo negativo de esa situación ante terceros que indirectamente nos vimos forzados a presenciar esa escena, a lo cual – y en forma de disculpas – el encargado respondió “es un problema que se da entre personas”

Más allá de la anécdota en sí misma, cuántas veces esto sucede dentro de organizaciones y trasciende el ámbito propio de éstas; haciendo participes innecesarios a personas que no deberían serlo.
La falta de espacios en los cuales se puedan dirimir estos temas fallas en el manejo de las personas que trabajan para una organización llevan a que ello suceda. Siendo estos temas de fácil solución si se proveen las herramientas necesarias.

Hasta la próxima!

Prof. Lic. Fernando Julio Silva, MSc
Julio 2017      

jueves, 20 de julio de 2017

De persona de la calle a emprendedor

Tomo este buen ejemplo de que querer es poder que ha publicado Silvia Stang en el diario La Nación de Buenos Aires Argentina para compartirlo con todos ustedes. Espero disfruten del mismo.

Hasta la próxima!

Prof. Lic. Fernando Julio Silva
Julio 2017


De ciruja a emprendedor y motivador

Por Silvia Stang LA NACION 19/07/2017

"¿No entendés que no podés estar acá?", cuenta que le preguntó, con mirada desafiante, el subdirector del Hospital Neonatal de Córdoba. Néstor asintió, pero, antes de irse, la necesidad lo llevó a defenderse: "Yo entiendo, pero quizá hasta que usted me mande a echar, yo llego a vender algo y con eso tengo para darles de comer a mis hijas". Hace una década y media, tras varios rebusques para conseguir ingresos para su familia, Néstor Dias empezó con su compañera, "la colorada", a hacer ropa para recién nacidos a partir de retazos que descartaba una fábrica textil.

En esos años, el atardecer de cada día encontraba al emprendedor en la calle, revolviendo en el interior de las bolsas para separar lo que podía servir de insumo. Hoy dice que esa actividad lo convirtió en un ciruja, que sentía vergüenza y que se hacía mil preguntas durante las largas caminatas que le requería su tarea. Al llegar a casa, la misión era aplicar una geometría minuciosa, en procura de que las telas sirvieran para la mayor cantidad posible de escarpines. Y entonces, a cortar, a coser y a vender.

Así había llegado a su rutina de estirar una manta en el suelo, en el ingreso a la maternidad, para ofrecer las prendas. El día en que se animó a explicar su situación fue llamado para tener una charla con el directivo, que lo escuchó y le dio un permiso para vender.

La producción empezó a crecer, con pedidos mayoristas para ventas en otros lugares y con ayuda de personas e instituciones que vieron valor no solo en la historia de Néstor, sino también en las prendas que llevaban las marcas Mis Caruchas y Chavitos. En 2006, con algunas cuestiones de la dinámica del negocio ya aprendidas, se anotó en un concurso de emprendedores de la Fundación Impulsar. Tras asistir a una capacitación, el desafío era armar un plan de negocios. Que su proyecto fuera seleccionado le permitió acceder a un crédito y hasta participar, un par de años después, de un certamen global de emprendedores.

Con el tiempo, el negocio creció y chocó con varios problemas (incluidos juicios laborales), que llevaron a replanificar y a bajar las pretensiones de expansión. "Ahora quiero hacer todo a conciencia; tenemos cuatro hijos y quiero disfrutarlos, quiero trabajar sin dejar la vida en eso", afirma Néstor, que el mes pasado contó su experiencia en el encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), y que suele hablar ante emprendedores. Su experiencia lo llevó a participar de un programa del gobierno de Córdoba de emprendedorismo.

En plena temporada alta de ventas, estima que este mes los pedidos llegarán a 4000 prendas.

Hoy tiene tercerizada la producción (dice que las dificultades y el contexto lo llevaron a adoptar ese esquema), y en la entrada de la maternidad siguen las ventas, a cargo de mujeres en situación de vulnerabilidad, que reciben una comisión. Hasta ahora, las prendas de bebe (y algunas otras hechas a pedido, como bufandas) se consiguen sólo en Córdoba, pero en poco tiempo llegará un producto a farmacias de todo el país. "Lo podremos hacer porque se nos aprobó un crédito del Banco Nación para capital de trabajo", explica. Y concluye que esas ayudas que aparecen en el camino, se suman a la voluntad y al empeño para que sea posible crecer.