domingo, 8 de abril de 2012

Hubo una vez un hombre… por Victoria Pik - (O cómo tratamos a nuestros mayores)

Este escrito fue publicado hace ya muchos años – no recuerdo si fue en los noventa o principios del nuevo siglo - por Victoria en el diario La Nación de Buenos Aires, desde el momento que lo leí quedó dando vueltas en mi mente por su contenido ya que nos muestra como muchas veces tratamos a nuestros mayores, olvidándonos que gracias a ellos estamos aquí y somos quienes somos.

Es por ello que deseo compartirlo con Uds.
Hasta la próxima!

Un cordial saludo
Prof. Lic. Fernando Julio Silva, MSc
Abril 2012

Artículo:
Hubo una vez un hombre… Por Victoria Pik

Hubo una vez un hombre tenaz, inteligente y muy trabajador que con esfuerzo logró una posición en la vida, fundó una familia y tuvo un hijo.
Con el correr del tiempo sus fuerzas físicas fueron menguando, pero se acrecentaron su experiencia y sabiduría. Aún así, y a pesar de lo mucho que podía enseñar a otros, dejó de ser un hombre “productivo” y cuando esto sucedió su hijo ya adulto le dijo: “Papá, te has convertido en una carga, es hora de que te lleve al asilo

Padre e hijo se pusieron de acuerdo en la fecha de partida y una mañana al alba comenzaron la larga caminata hacia el destino del viejo hombre.
Cerca del mediodía empezó a apretar el calor y el anciano, al ver un montículo de rocas, pidió a su hijo permiso para descansar. Se sentó en una piedra y cuando hubo recuperado el aliento continuaron caminando. Horas después, regresaba a casa el joven solo.

Los años pasaron. El joven dejó de serlo y cuando al igual que su padre no pudo aportar más que experiencia y sabiduría, fue su hijo quien lo invitó a iniciar la marcha.
Así pues, una fresca mañana comenzaron a desandar el camino y al llegar al montículo de piedras, el ahora anciano pidió descansar unos minutos. Mientras lo hacía miró a su hijo a los ojos y dijo: “¡Qué curiosa es la vida! Hace muchos años, cuando acompañé a mi padre al mismo lugar que vamos ahora, él también descansó en estas rocas

El joven quedó en silencio y pensativo. Pasó un rato y, cuando se repuso de su cansancio dijo el anciano que podían continuar.
Su hijo se acercó con gran dulzura, lo ayudó a pararse y respondió: “Que bueno, papá! Volvamos a casa…


2 comentarios:

Crisayat dijo...

Hermosa reflexión. Gracias por compartirla y recordarnos el valor de la experiencia y la sabiduría. Tengo 50 años y la verdad que a medio siglo vivido y sintiéndome aún joven, jubilada ya junto con mi esposo, empezamos a sentir en la búsqueda de trabajo, que nos están llevando por ese camino donde descasaremos en la misma roca. El desprecio de la experiencia y sabiduría que la trayectoria de vida permite, ya no es útil en esta sociedad. Y realmente es casi humillante encontrar ofertas laborales con la siguiente leyenda: "solo hasta 35 años"...

Muy bueno tu blog ¡¡Felicitaciones!!...

Cordialmente
Cristina Sayat

Fernando Julio Silva dijo...

Estimada Cristina, agradezco tu comentario.

Comprendo tu postura ya que somos co-generacionales (tengo 49 años)y veo que lamentablemente se descarta al ser humano por su edad, sin valorar conocimientos y experiencia.

Por otro lado, creo que también está en nosotros el tratar de hacer valer tanto la experiencia como el conocimiento adquiridos buscando diferentes vertientes desde las cuales uno pueda reacomodarse como persona útil, tanto para sí como para un mercado cada vez más exitista

Fuerza y a seguir en la lucha!

Un cordial saludo

Fernando