Para cuando pensamos
que la juventud no valora la educación.
Para cuando pensamos
que los jóvenes están “todos perdidos”
Para cuando, como
educadores, tenemos ganas de bajar los brazos y mandar todo de paseo
Vale la pena leer la
nota sobre Rosita, quien con su gran ejemplo nos da una inyección de optimismo para
nuestra profesión y nuestra vida
Hasta la próxima!
Prof. Lic. Fernando
Julio Silva, MSc.
Mayo 2012
Artículo:
Rosita
la alumna que estudia a la luz de las velas y tiene 9,86 de promedio
POR FABIÁN DEBESA
Vive a 40 cuadras del
asfalto, en una casa sin electricidad. Tiene 11 años y asistencia perfecta.
Cuando sea grande.
Rosita quiere ser profesora de Historia. Tiene 9 hermanos y los padres son
tamberos.
LA PLATA.
CORRESPONSALIA - 27/05/12
Para muchos es una
heroína admirable. Una chica tenaz que se esfuerza cada mañana cuando se calza
rápido el guardapolvo para llegar a tiempo a la escuela.
Tiene que superar
obstáculos de otras épocas: en su casa no hay luz eléctrica y está a 40 cuadras
del asfalto.
Rosa Cappelletti, de 11
años y alumna de sexto año de la Escuela 23 de Villa Montoro, tiene asistencia
perfecta y un promedio de 9,86. Por eso, esta semana debutó en su nuevo rol de
abanderada en los actos de conmemoración del 25 de mayo.
Con su figura delgada,
acomodó el asta sobre la banda celeste y blanca y recorrió la sala en medio de
los aplausos, cuando sonó la marcha “A mi bandera”.
Rosita –como la conocen
en la escuela– tiene cara angelical y la mirada a veces esquiva, tímida.
Asegura que no se siente diferente a sus compañeras y no le pesan los
obstáculos que tiene para estudiar. Tiene un objetivo claro y nada la detiene
para cumplirlo, aún cuando debe estudiar bajo la luz de una vela o hacer en dos
tramos su camino a la escuela. Es que inicia su jornada a las seis de la mañana
y recorre en bicicleta casi 40 cuadras hasta la parada del colectivo que la
acerca hasta la escuela de un barrio de la periferia de La Plata, cerca del
aeropuerto.
Ni los caminos anegados
por la lluvia son una excusa para faltar a clases. Esta semana tuvo que dejar
la bicicleta en el galpón porque el camino quedó imposible después de las
lluvias. Como ocurre en otros períodos del invierno, tuvo que ir hasta la
parada en el jeep modelo 60 que usa Angel, su papá, para las tareas en el
tambo.
“No tengo problemas con ninguna materia, pero
me gusta más Historia.
Quiero ser profesora
cuando sea grande ”, desliza Rosita en voz baja y pierde la mirada en el
horizonte, como buscando ese futuro. “También podría ser científica, hacer
experimentos”, juega. Tiene claro que los libros y el conocimiento serán parte
de su futuro. “Eso lo aprendieron desde chicos todos mis hijos. El estudio es
lo que les permitirá salir adelante”, agrega Rosa Delgado, la madre.
En su humilde vivienda
de 122 y 670, en Villa Garibaldi, el matrimonio de Rosa y Angel crió 10 chicos.
Cuatro ya no viven con ellos. Terminaron la secundaria, algunos pasaron por la
universidad, y formaron su familia. Rosita es la menor de las mujeres. El más
chico, Federico (10), también cursa quinto en la escuela 23, aunque en el turno
tarde.
“Esta familia es un ejemplo. Con pocos medios
y una conducta impecable casi todos los Cappelletti egresaron de acá. Nunca
tuvimos un problema, siempre colaboraron”, dijo la vicedirectora de la escuela,
Gladys López.
La rutina de Rosita es
diferente a la de otros chicos de su edad. La compu queda muy lejos en Villa
Garibaldi. Después de una breve siesta y del mate cocido con leche la
estudiante cumple con rigurosidad con las tareas del colegio y puede disfrutar
de un esparcimiento acotado: con sus hermanitos miran Floricienta, en un
televisor de 8 pulgadas que funciona a batería, porque en la casa no hay
servicio eléctrico.
“Sólo si hicieron los deberes” , aclara la
mamá.
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